Bueno, por fin ya están aquí los moldes del 70 aniversario de Nordic Ware.
Yo estaba deseando probar este que os traigo hoy, el crown, me parece una auténtica belleza. Ha habido un poco de polémica con la puesta a la venta de este molde en España.... Yo no voy a decir nada a este respecto en este post, creo que ya he dejado clara mi postura cuando saltó la chispa en todas mis redes sociales y comentarios asociados a ello.... Solo voy a añadir que algo que se presentaba con unas ganas espectaculares, al final se ha visto terriblemente enturbiado y empañado por esta situación... Con las ganas que había...
Había que buscar una receta que fuera acorde con este gran momento, después de lo larga que ha sido la espera desde que se presentaron los nuevos modelos edición especial por el aniversario, y de los largos que se nos han puesto los dientes viendo las maravillas que hacían mis compañeras y amigas del otro lado del charco que lo tuvieron como tres meses antes que nosotras....
Cuando vi ESTA receta de Eva del maravillosos blog "con aroma de vainilla" pasó al segundo a mi lista de pendientes, ya que con estas galletas tengo una relación muy especial, forman parte de mi infancia de una forma maravillosa, y les tengo especial cariño, ya que era lo que desayunaba durante los veranos que pasaba en casa de mis abuelos... Me las daba mi abuela.... Para desayunar estilo sandwich, con mantequilla en el centro... Y para cenar estilo puré, hecho con galletas, leche y nesquik... Desafortunadamente perdí a mi abuela mi pronto, y por eso atesoro esos recuerdos con gran cariño.
El otro día, ordenando la ingente lista de pendientes, intentando organizar un poco ahora que vamos a tener que cerrar el horno y dar paso a la heladera, apareció esta delicia, y tuve claro que quería hacerla con este molde... Una corona para mi gran abuela, en su honor, y con un ingrediente que también desciende de la realeza
Sabíais que las galletas María surgieron de la realeza europea? En 1874, las galletas María fueron hechas como un regalo de bodas para la duquesa María Alexandrovna de Rusia y el príncipe Alfredo I, hijo de la Reina Victoria. El repostero Peek Frean, trató de crear el bizcocho perfecto para tomar el té. Una galleta que estuviera un poco tostada, resistiera la humedad de la leche o el agua caliente, pero que no fuera demasiado dura. Además, esta nueva variación de galleta, tenía los adornos más elaborados que cualquier otra galleta para el té.
En las siguientes décadas, "las María", se fueron popularizando y reproduciendo en otros países. En 1918 llegaron a España, pero no fue hasta después de la Guerra Civil Española, cuando tuvieron un verdadero auge. Gracias a que el trigo se abarató en la post-guerra, se produjeron cantidades masivas de galletas María, convirtiéndose en un elemento imprescindible en el desayuno español.
Con el intercambio comercial, y cultural entre España y Latinoamérica, las galletas María fueron incorporándose poco a poco en la dieta, hasta convertirse en elementos tan comunes, que a veces hasta pensamos que son originarios de nuestros lares. Lo más increíble, es que no sólo son populares en Latinoamérica, España y Portugal, sino en países asiáticos, y escandinavos ¿Qué tendrán esas galletas que forman parte no sólo de la historia, sino de un gusto universal?
La leche condensada consiste en leche a la que se le ha extraído parcialmente el agua y añadido azúcar, lo cual permite su conservación envasada durante largo tiempo sin necesidad de refrigeración, no hay que confundirla con la leche evaporada, ya que esta última no está edulcorada.
Fueron varias las investigaciones llevadas a cabo a lo largo del tiempo hasta llegar al producto tal y como lo conocemos actualmente. En el siglo XIX eran comunes las intoxicaciones alimentarias debido al consumo de leche, a causa de la contaminación durante el proceso de ordeñamiento y de los burdos medios de conservación; por ello se buscaba la manera de poder almacenarla durante más tiempo, sin riesgos para la salud y sin necesidad de refrigeración, manteniendo su sabor y cualidades alimentarias.
El científico francés Nicolás Appert realizó un experimento en 1822 evaporando el agua de la leche al baño maría y siete años después mejoró su procedimiento haciéndolo al vacio. Años más tarde, en 1835, el inglés William Newton consiguió preservar la leche calentándola a menor temperatura que la requerida por la esterilización y agregándole azúcar, que hacía la función de conservante.
Finalmente fue Gail Borden quien la patentó en 1856, fundando la New York Condensed Milk Company al año siguiente. Después de varios intentos, acabó encontrado el método definitivo inspirándose en una cápsula de evaporación que había visto utilizar a los Shakers para condensar zumo, aplicando dicha técnica a la leche pudo reducirla sin quemarla ni llegar a cuajarla, como le había sucedido anteriormente en otros experimentos fallidos.
No fue hasta la Guerra Civil norteamericana que este producto comenzó a tener mayor difusión ya que fue de gran utilidad práctica para los soldados en el campo de batalla, convirtiéndose a partir de entonces en un gran éxito.
Jo, vaya tochaco que os estoy metiendo hoy!!!!!!!!!!! Venga, vamos ya con la receta que e pongo muy pesada.
Yo he hecho la leche condensada casera, no podía ser para menos siendo la situación tan importante.... Me parecía que iba a ser una cosa complicada o tediosa y nada mas allá, otro de los mitos que tenía en mi mente que cae en redondo:
350 gramos de leche en polvo,
500 gramos de azúcar,
200 ml de agua
En una olla ponemos la leche el azúcar y el agua.
Removemos y ponemos al fuego muy bajito, dejamos que se vaya calentando mientras removemos constantemente con las varillas.
No tenemos que preocuparnos si al principio parece que se forma una bola, si seguimos removiendo vemos enseguida como se deshace todo. Dejamos en el fuego mientras removemos hasta que veamos que tiene la consistencia que nos gusta. Aunque tenemos que tener en cuenta que cuando se enfría se espesa un poquito más.
No debemos dejar que llegue nunca a ebullición, ya que se trata de calentar el agua para que la leche y el azúcar se disuelvan en ella todo lo posible, no tenemos que cocer nada.
INGREDIENTES (para un molde bundt de 10 tazas)
250 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
200 gr. de azúcar
3 huevos L
1 cucharada de pasta de vainilla
300 gr. de galletas María
225 gr. de leche condensada casera + extra para decorar
1 cucharadita de levadura
1 pizca de sal
120 ml. de leche
ELABORACIÓN
1. Precalentamos el horno a 175º y engrasamos con spray desmoldante o mantequilla nuestro molde para bundt.
2. Trituramos las galletas, yo lo he hecho en la thermomix, hasta convertirlas en polvo. Las reservamos junto con la sal y la levadura.
3. Batimos la mantequilla con el azúcar a velocidad media/alta hasta que haya blanqueado y aumentado su volumen. Añadimos los huevos de uno en uno y seguimos batiendo a velocidad media; no añadimos el siguiente hasta que el anterior no esté integrado. Incorporamos también la pasta de vainilla.
4. Bajamos la velocidad de la batidora al mínimo y añadimos poco a poco, y de manera alterna, los ingredientes secos (polvo de galleta, sal y levadura) y los líquidos (leche y leche condensada) hasta que la masa esté homogénea. Mezclamos ligeramente con una espátula de forma manual recogiendo bien la masa de los laterales y del fondo del bol.
5. Vertemos la masa en el molde y lo sacudimos o golpeamos con cuidado sobre la encimera (protegida con un trapo) para que la masa llegue bien a todas las hendiduras. Horneamos a altura media durante unos 45-50 minutos o hasta que al pinchar con un palillo, este salga limpio. Ya sabéis que es preferible hornear los bundt sobre la rejilla en lugar de sobre la bandeja del horno para que el aire y la temperatura circulen mejor a través de la chimenea del molde.
6. Dejamos enfriar en el molde fuera del horno 10-15 minutos. Después, desmoldamos y esperamos a que se enfríe completamente sobre una rejilla. Una vez frío, podemos cubrirlo con un poco de leche condensada.
Ya podéis ver el corte... Creo que no hace falta que diga yo nada mas al respecto... Tiene una jugosidad extrema... Y al no llevar nada mas, se aprecia totalmente el sabor de la galleta María, que sabéis que es un poquito difícil de que se note.... Ahora mismo, tengo claro que no habría podido elegir mejor receta para estrenar este molde como se merece.
El paño es de Green Gate, el plato es de Casa, el bowl y la copita son de Maisons du monde, las cucharitas son de Zara Home, las flores son de Thai art y la fuente es de Zenda mediterránea.
Besos cargados de amor y morriña abuelines
Te ha quedado divino Olga, me encantan las galletas y la leche condensada, así que tiene que esta super delicioso, me llevo un trozo jajajaja.
ResponderEliminarBesos
Eres como yo, para mi tienen además un significado muy especial... Amén de que están de muerte lenta, por supuesto.
EliminarUn besazo.
Madre mía, madre mía, me requetechifla.
ResponderEliminarCon ese molde ya tienes ganado el 50% y el otro 50% con el súper sabor que debe de tener. Ummmm es oir leche condensada y me derrito...
Muchos besos y feliz semana
La verdad es que el molde es una monería!!!!!!! y coincidimos totalmente en el tema de la leche condensada... Yo me podría zampar un bote entero echándomela directamente en la boca... Ahora... Fresquita... Directamente del frigo...
EliminarQue antojazo madre!!!!!!! y la he gastado toda!!!!!!!
Un besote
Qué bien te ha quedado, Olga! Me alegro de que os haya gustado!
ResponderEliminarBesitos.
No me ha gustado eva... No... ME HA ENCANTADO!!!!!!!!!!!!!!!
EliminarGracias por esta maravillosa receta y por pasarte por mi rinconcito para escribirme estas letrillas.
Besos